La descertificación, por parte de Estados Unidos, constituye un serio golpe para Colombia entera, que se pregunta: ¿hacia dónde iremos?
Por Gabriel Ortiz*. -El presidente Petro sigue haciendo moñonas y shu, shu, shu en este país que buscaba y esperaba, aunque fueran cosas pequeñitas que entusiasmaran, convencieran y halagaran.
Toda su palabrería se quedó en los campos, poblaciones y palacios que invadió, lesionó y destruyó en sus mozos años como recluta del M-19.
Este país llegó a creer sus palabrerías de campaña e inquilino de San Carlos, cuando pregonaba los ríos de leche y miel para “el pueblo”, ese que tampoco ha respetado, redimido, ni emancipado.
Arenga va y arenga viene, pero sin sustancia, claridad ni positividad. Ese pueblo, cabila, etnia y urbe, no encuentra nada en sus palabras, acciones y proyectos, porque todo se convierte en populismo, politiquería y rebusque de beneficios para quien pretendía ser el nuevo líder de estos lares.
Les miente a los colombianos, a su gente y a este planeta, cuando pregona que la economía petrolera desaparecerá de la faz de la tierra. El resto del mundo aprovecha esa riqueza para beneficio de su gente, para que haya menos pobreza, para que la gente conozca lo que es progreso y hasta para comprar dictaduras, como la venezolana.
Vemos entre tanto, cómo su gestión se ha orientado a fortalecer el narcotráfico, la guerra y a abrir las puertas de la corrupción a sus más íntimos colaboradores y funcionarios. Quiso imponer una tranquilidad sin fundamento que denominó “paz total”. Más tiempo tardó en apodarla, que en inundar grandes territorios con movimientos guerrilleros que deambulan por Colombia y Venezuela, con el apoyo de Maduro y el cartel de los soles.
Entre tanto Petro permisivamente los tolera, les tiende modelos de supervivencia, gestión y multiplicidad. Así han crecido por decenas a lo largo y ancho de nuestro territorio, respaldando y cuidando los cultivos de coca y los laboratorios que hoy nos han convertido en los primeros productores del alcaloide a nivel mundial. Los movimientos guerrilleros invaden con toda libertad zonas, pueblos, ciudades y regiones, en donde estos bandidos imponen toda su autoridad. Los pobladores amenazan presionan a las fuerzas militares y de policía, los secuestran y mantienen cautivos por días abriendo territorio para la salida de la coca hacia el mundo entero.
Nadie ha podido entender cómo el gobierno nacional y su presidente, aplican el “shu, shu, shu petrista”, que diezma el presupuesto de Ejército y Policía, cambiando y destituyendo a su antojo a los altos mandos, generales y oficiales, limitando el presupuesto y dejándolos a merced de la delincuencia. Así, con esa cartilla, fueron adueñándose de sus fuerzas armadas las dictaduras de Chávez y Maduro en Venezuela.
La descertificación, por parte de Estados Unidos, constituye un serio golpe para Colombia entera, que se pregunta: ¿hacia dónde iremos? La intolerancia de Petro, lo invade para comprender a donde nos lleva aquello. Aún no se nos ha limitado el presupuesto, pero el fanatismo y la terquedad de este gobierno, puede conducirnos a unas sanciones que luego deploraremos, pero será tarde, como hoy ocurre en Venezuela.
Ya recibimos el primer golpe, seguramente los miembros de este gobierno podrán resistirlo con sus ingresos ya adquiridos, pero el resto de la población, no tendrá correa para ajustarse para poder sobrevivir, mantenerse en actividad, emigrar y recibir la nueva munición que proyecta comprar Petro en otros países.
BLANCO: El Senado, nuestro Congreso, mantiene su independencia: Ha declarado terrorista al “Cartel de los Soles”. Claro que para Petro no existe.
NEGRO: La salud seguirá sin solución. El shu, shu de Petro y Jaramillo la sepultarán con todos sus afiliados.
Bogotá, D, C, 19 de septiembre 2025
*Periodista. Exdirector del Noticiero Nacional, Telematinal y Notisuper.