Es un organismo que nació en 2006, como sucesor de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su principal tarea es coordinar las actividades de DD.HH. de Naciones Unidas y promover la cooperación internacional en torno a esa materia.

También acepta peticiones de personas, grupos u ONGs e investiga las violaciones de DD.HH. usándolas como base. Además, colabora estrechamente con la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH).

Los 47 Estados miembros del Consejo son elegidos por la Asamblea General de Naciones Unidas por un periodo de tres años y los delegados se dividen por regiones. África y los países de Asia Pacífico cuentan con 13 asientos, América Latina y Caribe ocho, Europa Occidental y otros Estados tienen siete escaños, y Europa del Este seis.

El pleno se reúne tres veces al año y tiene la potestad de examinar regularmente a los 193 miembros de la ONU. Un examen que se basa en directrices como la Carta de la ONU, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otros tratados de la ONU.

Para dicha evaluación, cada país tiene que presentar un informe actual ante el Consejo, donde indica cómo se aplican las obligaciones correspondientes en materia de DD.HH.. El resto de miembros pueden plantear preguntas.  Tras la revisión, se pueden hacer recomendaciones, si bien estas no son legalmente vinculantes. Por ejemplo, Alemania fue examinada en mayo y se le recomendó un mayor compromiso contra el racismo.

En lo que se refiere a sus miembros, la participación de algunos estados en el consejo se critica continuamente. Sobre todo, países que cometen repetidamente violaciones de los DD.HH.

Al ser miembros del Consejo, pueden incluso evitar que se les amoneste sobre sus propias violaciones. Por ejemplo, Libia, gobernado entonces por el dictador Muammar Gaddafi, fue elegido para el Consejo en 2010. Al año siguiente, debido a las protestas de grupos de activistas pro derechos humanos, fue expulsado del gremio por la Asamblea General de la ONU.

En la actualidad, especialmente controvertida es la membresía de Arabia Saudita, así como de China y de Cuba.

EE.UU. votó en 2006 en contra de la creación de este órgano y fue el primer gobierno que, en junio de este año, renunció a este consejo, al que acusaba de falsedad y de mantener una actitud abiertamente antisraelí.

La única región que siempre está presente como tema en todas las reuniones del consejo es Palestina y otros territorios árabes ocupados. Solo en este año, en el consejo se adoptaron cinco resoluciones contra Israel, "más que contra Corea del Norte, Irán y Siria juntos”, criticó el embajador estadounidense ante Naciones Unidas, Nikki Haley.

Además, muchos países que infringen los DD.HH. son elegidos repetidamente para el Consejo. "Los regímenes más inhumanos del mundo esquivan ese examen”, dijo Haley. También EE.UU. fue criticado por separar a los niños de inmigrantes ilegales de sus padres en la frontera con México.

El Gobierno alemán lamentó la retirada de EE.UU. y exigió reformas en el Consejo de Derechos Humanos. "Alemania también observa con preocupación las tendencias antisraelíes del Consejo”, dijo en junio el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert. Sin embargo esa reforma hay que hacerla desde dentro el Consejo. La comisionada alemana de Derechos Humanos, Bärbel Kofler, describió al órgano como una "importante pieza en el orden internacional”, a la vez que señaló algunos de sus éxitos, como el proceso de reconciliación de Sri Lanka o la documentación de graves violaciones de los derechos humanos en Siria.

También muchos diplomáticos de Ginebra defienden su existencia: es importante poder hablar con todos los países, porque un órgano compuesto solo por los "buenos” no serviría de mucho. En esta trigésimo novena sesión del Consejo, convocada entre el 10 y el 28 de septiembre de 2018, no solo se tratará sobre la situación en Venezuela, sino también la de otros países como Siria, Burundi o Myanmar.

Ginebra, 10 de septiembre de 2018.-

Fuente: ONU Ginebra.

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