La discusión planteada en La Habana desde este jueves, en el contexto de las negociaciones del Acuerdo la Paz para superar el conflicto armado más antiguo del mundo, por las FARC EP sobre el Paramilitarismo, es una de las cuestiones más importantes a definir, porque sería el factor más conflictivo que avisora el postconflicto en Colombia.
Ciertamente la FARC requiere garantías. Pero también el gobierno de Colombia requiere no sólo darlas al grupo guerrillero devenido en movimiento político, sino elevar este asunto a cuestión de Estado, es decir, en una situación de obligada respuesta.
El Paramilitarismo es un fenómeno muy complejo. Aun cuando se les define como de extrema derecha, estos grupos son combinados armados emergentes de tendencia infractora, ya que están vinculados al tráfico de drogas, a las transnacionales de la trata de personas y a los negocios ilegales sostenidos por la violencia, secuestro y extorsión o masacres, genocidios, etnocidios y desplazamientos forzosos.
Su complejidad deviene de su composición: ex fuerzas policiales, mercenarios, integrantes de escuadrones de asalto o grupos de seguridad. También de su accionar delictivo: sostener la organización y a sus miembros por medios ilícitos.
Indudablemente que el objetivo político de estos grupos irregulares será apropiarse de los espacios no sólo geográficos, sino geopolíticos, en términos de control y posibilidad de lograr sus objetivos de poder y lucro, que dejará la salida de las FARC como grupo insurgente. Palabras más más, palabras menos, ocupar el territorio que deja la guerrilla que aspira a ser movimiento político. Pero también podrán estar debilitados los paramilitares, porque las condiciones que favorecían su existencia, pueden desaparecer por la ausencia del conflicto armado.
La posición defensiva del Estado Colombiano será el factor estratégico que pueda si no detener, controlar a estos grupos irregulares, que presentan, tanto en Colombia como en sus vecinos fronterizos, características muy particulares, inclusive de carácter simbólico, como las vinculadas a lo mágico- religioso.
El éxito del posconflicto también se va a medir por a capacidad defensiva del Estado colombiano, que será el factor estratégico para detener o controlar a estos grupos irregulares e ilegales , que surgieron por el abandono gubernamental, lo que generó la existencia de todo tipo de insurgencia legitima o ilegitima.